25 marzo 2008

¿Salvemos HortEurovisión?

Personalmente estoy muy contento con el resultado de la elección popular del candidato a representar a España en el Festival de la Canción de Eurovisión. Y no precisamente porque el esperpéntico Rodolfo ChikiliCutre sea de mi agrado ¡ni de coña! Tampoco me gustaba ninguno de los otros aspirantes, macizas de turno, dúos y grupos varios tipo 'dejà-vu'.

Estoy feliz porque para mí, con el cutre ganador nacional que va a presentarse a la edición de Eurovisión 2008, más que salvar el festival, se le da la puntilla final, el tiro de gracia a un concurso estúpidamente populachero que solo sirve para promocionar artistas de los que se nutre la poderosa industria musical, de la que vive más de un vivo, chupando del bote, en parte gracias a todos los infelices ciudadanos que pagan un extra injusto al adquirir cualquier soporte de almacenamiento de datos, desde discos duros hasta cedés y deuvedés, pasando por tarjetas de memoria, dispositivos flash USB y reproductores de mp3, entre otros.

No veo por qué razón debo pagar Canon Digital cuando utilizo diversos soportes digitales para mi archivo personal, para desarrollar mi actividad profesional o para regalar a mis amiguetes las copias de las fotos de la última fiesta o de la excursión del fin de semana. Y no lo hago, al menos de momento, adquiriendo esos artículos fuera de España, fuera de Europa.
No quiero ni pensar que pagando el Canon Digital pudiera estar colaborando con el tren de vida de famosos y famosotes como Bosé, Velasco, Sabina, Belén, Aute, Bisbal o Bustamante… ¡qué horror!¡qué dolor!¡qué pena! Nunca compré ni compraré un disco de Ramoncín, ni siquiera pirata.
Mientras los jerifaltes de la industria discográfica (y cinematográfica) se quejan del pirateo y del ‘top manta’, por culpa de los cuales dejan de ingresar sustanciosas sumas, y mientras el Gobierno les protege y les defiende, ayudándoles a mantener las prerrogativas de su boyante negocio, en detrimento del consumidor, nadie habla de los derechos de autor de los fotógrafos y poco o nada de profesionales como escritores, diseñadores y otros artistas y creativos. Cualquiera puede copiar fotos de Internet o escanear imágenes impresas y usarlas a su albedrío sin preocuparse de quién hizo ‘clic’ con su cámara ni a quién se le escamotean los derechos de autor.
Y no se trata tan solo del pago de royaltis por el uso de las imágenes. Basta con abrir cualquier diario, revista, folleto, flyer, cartel, tríptico, panfleto, etc. para darse cuenta de que con excesiva frecuencia no figura el copyright con el nombre del fotógrafo por ninguna esquina, aunque a menudo sí figura la imprenta, el nombre del diseñador gráfico, la empresa editora y hasta en ocasiones el maquetista.
La misma ausencia del nombre del autor suele darse en la red de redes.
¿Alguien puede imaginarse el mundo editorial, noticiarios impresos, publicidad y publicaciones de toda índole sin fotos? La era de la comunicación se nutre en gran medida de la imagen, pero son pocos los que respetan la fotografía y muchos se saltan las leyes a la torera y nadie se rasga las vestiduras.
Yo respeto la votación popular que ha seleccionado al cantante del “Chiki-chiki” para representar a España en ‘HortEurovisión’, aunque me produce vergüenza ajena, pero si con esto, que se me antoja una hilarante broma, se dice adiós para siempre al concurso de la canción europea, mejor.
La, la-la-la, la-la-la, la-la-la,
La, la-la-la, la-la-la…

Punk is not dead, thanks Goth!

(El Punk no ha muerto, gracias al Gótico)