05 junio 2009

SEGURIDAD

Sí, Palma era una de las ciudades más seguras del país, tal vez por aquello de estar en una isla y bla, bla, bla... pero la afluencia de personas con oscuras intenciones que se suman a los delincuentes locales, están conviertiendo a Mallorca, a España, a Europa en un nido de ratas peligrosas que juguetean a sus anchas ante la inoperancia de las leyes y las fuerzas de seguridad. Nunca habíamos estado tan desprotegidos, y el futuro no augura mejora alguna.

Por otro lado a muchos mallorquines, españoles, etc. les acojona la idea de viajar a Líbano porque es un país peligroso. Bueno, este país tiene serios problemas políticos y sociales, de corrupción a todos los niveles, muchos de ellos generados por la inestabilidad y tensión de la zona: los alevosos culpables de siempre... y el mundo entero ni les tose.

Bueno, a lo que voy. Casos como el del supermercado, en el que intentaron secuestrar a una mujer, tirones de bolsos, amenazas con jeringas infectadas de sida, asaltos a joyerías, bares y otros negocios, palizas a taxistas (algunos se merecen algún guantazo, por carotas, jejejej), violaciones, acoso escolar, desvalijamientos en apartamentos y chalés... apenas ocurren por aquí. Por supuesto, algunos casos sí los hay, pero al que pillan, se acuerda.

Otra cosa son los robos de coches. Esto sí se da con frecuencia, como en Europa, y los más afectados son los propietarios de coches potentes y de lujo, para alimentar el tráfico hacia países como Turquía, Yemen, Irak y otros. Pero que no se preocupen los españoles, que con la crisis, casi nadie podrá sufrir un robo de ese tipo porque casi nadie tendrá pelas para un buga guapo-guapo.

En fin, por aquí hay numerosos y variados problemas, pero en cuanto a inseguridad ciudadana, esa lacra que afecta cada vez a más gente en toda Europa (sin mencionar Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica, etc.) y que convierte la vida cotidiana en un continuo susto, o por lo menos una continua precaución y sospecha, esa inseguridad casi permanente no se vive en Beirut, en ninguno de sus barrios, ya sean cristianos o musulmanes, ni de día ni de noche. Ese repelús que se siente cuando se atraviesa una zona en la que ya han cerrado los comercios y te cruzas con alguien de otra etnia, es desconocido por aquí.
Bueno, para ser sincero, más vale no cruzarse con uno de esos grupitos de jovenzuelos políticamente (des)orientados, con sus BMW tuneados decorados con los banderines del partido, engominados, con camisetas de Armani o Dolce Gabana (hechas en China, claro), y muy posiblemente con pistolas en la guantera. Pero bueno, siendo cautos, raramente se meterán con uno que no sea del partido enemigo y se sientan incitados a demostrar su violenta hombría y mediocre superioridad de grupo.

No he podido evitarlo...

By Porell Morrow