11 de mayo de 2008
Los drusos de Jumblat siguen repartiendo tiros y los chiíes no se quedan atrás. Muchos comentan que si aún tenían cierta credibilidad, tras la campaña bélica para defender el territorio libanés ante la desmesurada agresión israelí en el verano de 2006, la están perdiendo al utilizar su poderoso armamento contra compatriotas. Y es que no se había visto luchar libaneses contra libaneses desde la guerra civil (1975-1990) en la que facciones de todos los colores y tendencias fracturaron al país en mil porciones inverosímiles.
Por la mañana hemos subido, Jose, Ghada y yo a Brumana y hemos tomado café allí. Luego, tras un liviano paseo hasta Bikfaya, hemos parado a comer en el resturante Kaser el-Delb. Excelente almuerzo, en el transcurso del cual algunos amigos nos han dado el parte de novedades, por teléfono. Hay combates en Aley (pueblo vecino del de Ghada, Bhamdoun) y Chueifat, algo más cerca de la costa.
También nos han dicho que parece que los accesos a Hamra están abiertos.
Hemos preguntado a los soldados de un blindado, cerca del puerto y hay vía libre. Jose quiere recoger el ordenador y algo más de ropa, pero lo convencemos para que siga en casa unos días más, y si todo se calma puede regresar después al hotel.
Subimos a la sexta planta y vemos varios impactos de bala en el pasillo, justo al lado de la puerta de su habitación. La pared tiene un agujero que ha dejado una de las balas tras atravesar el vidrio de la ventana y el tupido cortinaje que la cubre por completo. Jose nos enseña un ventanuco por donde intentó hace dos días hacer alguna foto, pero un hombre armado lo disuadió sin contemplaciones.Fotografío los balazos y saco unas tomas de las vistas desde el balcón, no sin cierto recelo de ser objetivo de algún francotirador aburrido. Creo que es algo de paranoia, pues abajo, en la calle hay algunas personas fumando, algún que otro transeúnte, y en el balcón del edificio de enfrente hay un grupo de mujeres sunitas, con sus pañoletas cubriendo sus melenas, sentadas al frescor de la tarde. El clima es ideal, y con el equipaje ya preparado nos fumamos un cigarrito de despedida. “He decidido dejar este hotel”, dice nuestro amigo.
12 mayo 2008
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